Fermín era hijo del senador romano Firmus, quien según la tradición vivía en la zona de Aldapa de la ciudad romana de Pompaelo. San Honesto convirtió al cristianismo a San Fermín, quien se marcha a Francia para evangelizar, pero muere degollado en Amiens el 25 de septiembre (fecha en que se celebra San Fermín Txikito), martirio al que se atribuye la costumbre del pañuelo rojo al cuello.
En el siglo VII se halla la sepultura de San Fermín:»En su día el senador Faustiniano los deposita en su tumba familiar, en la ciudad de Saint Acheul y allí se encontraron, según la leyenda, en un haz de luz» . Es lo que se denomina la «invención del cuerpo de San Fermín», sus restos se trasladan a la Catedral de Amiens (una de las tres puertas está dedicada a San Fermín), y comienza la devoción. Para el siglo XV había en Francia unas cuarenta parroquias bajo su advocación, pero a su ciudad natal no llegó el culto hasta el siglo XII a través del Camino de Santiago y los peregrinos franceses, siendo en 1186 cuando el obispo de Amiens regala a Pedro de París, obispo de Pamplona, una reliquia del santo (un trozo de hueso), y comienza a extenderse su fama.
El obispo instituyó las Fiestas el 10 de octubre -fecha de entrada de San Fermín en Amiens- con funciones religiosas y una multitudinaria comida para los pobres de la ciudad. Poco a poco se fueron añadiendo comedias, música, juglares, tambores y danzas durante la procesión. Pero los festejos como tales no llegarán hasta 1591, cuando debido al tiempo (al mal tiempo) se trasladaron al 7 de julio, en coincidencia con la feria franca de San Cristóbal que otorgó Carlos II en 1382, que se celebraba dicho día con corridas de toros, danzas y festejos, quedando de esta manera unidas ambas celebraciones con un programa más amplio.
Pocos de quienes el día 6 de julio comen y beben sin recato alguno saben que ese día en 1599 se ordenó dejar de comer carne y rezar a San Fermín para acabar con una peste bubónica que efectivamente desapareció, atribuyéndose al Santo el milagro. Aunque también extrañe, el patrón de Pamplona es San Saturnino -desde 1611- y no San Fermín, aunque éste es el copatrono de Navarra junto a San Francisco Javier, tras una disputa entre la Diputación y el Ayuntamiento de Pamplona, zanjada de forma salomónica en 1656 por el Papa Alejandro VII.
El progreso -sobre todo desde mediados del siglo XX- de los medios de comunicación, el transporte y el turismo, generaron la llegada masiva de visitantes a Pamplona para disfrutar de estas fiestas. Y parte de la «culpa» debemos atribuirla al escritor norteamericano Ernest Hemingway, premio Nobel de Literatura en 1954, quien favoreció notablemente este proceso de universalización al ambientar su novela The sun also rises (Fiesta) en los Sanfermines.