Vamos a contar una divertida anécdota de nuestros entrañables gigantes y de paso nos mofamos un poco de la tecnología japonesa. Era el año 1998 y visitaba Pamplona una representación de Yamaguchi, ciudad hermanada con la nuestra. El motivo era preparar el 450 aniversario de la llegada de San Francisco Javier (Francés de Jasso y Azpilkueta) a Japón.
Para dicha celebración los nipones habían construido dos gigantes, uno representaba al santo navarro, y otro al daimyo Ouchi Yoshitaka, poderoso señor feudal que le protegió y permitió predicar en aquellas tierras. El problema era que habían fabricado sus gigantes tomando como modelo una postal de los de Pamplona, pero sin haberlos visto nunca.
Una vez la delegación se hallaba aquí, trataban de explicar sin que nadie comprendiera bien su problema, que no eran capaces de hacer bailar a sus gigantes y que no entendían cómo los gigantes de Pamplona se movían y danzaban con tanta soltura. Así que Fernando Hualde (gran conocedor de nuestra historia, que ejercía de guía y anfitrión), aprovechando que la comparsa se hallaba por las calles les condujo hasta ellos, se acercó al rey asiático, le levantó la falda y les mostró que estaba hueco y una persona para bailarlo.
Ilustración de BEATRIZ MENÉNDEZ
Los japoneses abrieron estupefactos los ojos (cuanto fueron capaces), y explicaron que habían construido unos gigantes macizos que pesaban varias toneladas, siendo necesario que varias personas los movieran empujándolos sobre unos rodamientos.
Epílogo: pese a todo, si le picamos a más de uno de la Comparsa, seguro que se acaba apostando que es capaz de llevar en andas y hacer bailar a los gigantes japoneses…
Esta anécdota y muchísimas más las podréis encontrar en nuestra «Guía molona de Pamplona», a la venta en todas las librerías.