POR NAVARRERÍA (2)

El Palacio de los Reyes de Navarra fue construido por Sancho el Sabio en 1189 en los terrenos que le regalaron los vecinos de la Navarrería, pues carecían de sede real en Pamplona. Pero acabó en manos del Obispo al no devolver Sancho el Fuerte un préstamo de 70.000 sueldos solicitado en 1200 para luchar contra la ocupación castellana de Álava y Guipuzkoa.

Los reyes navarros no lo recuperaron hasta 1319 cuando la Corona adquirió la jurisdicción sobre Pamplona. Pero tras la Conquista de Navarra por Castilla en 1512 se convirtió en Palacio del Virrey y perdió definitivamente categoría al transformarse Navarra en provincia en 1841 y quedarse como Palacio de Capitanía. Así lo conocen hoy en día muchas personas de Pamplona y uno no puede evitar pensar que pareciera existir un interés en tratar de ocultar la historia de Navarra como reino propio e independiente. Y de hecho hoy alberga el Archivo de Navarra (de nuevo la denominación que oculta su importancia) tras la dudosa restauración de Rafael Moneo.

Foto de José Luis Orihuela

Su tamaño era mayor que el actual, ya que la iglesia de San Fermín se levantó donde estuvo la capilla del Palacio y el patio de armas ocupaba un amplio espacio. Carlos II llevó al Palacio en 1384 al león Marzot, que dejó al cuidado del judío Juce Enzayet. Y en 1813 se alojó en él José Bonaparte (Pepe Botella) cuando huía de España tras ser derrotado el ejército napoleónico.

Frente al mismo se encuentra la basílica de San Fermín de Aldapa, terminada en 1701, justo en el lugar donde dice la tradición que estaba la casa natal de San Fermín, cuyo padre era el senador Firmo. Las excavaciones de 2004 constataron los restos de una villa romana con torre, almacenes y depósito de agua, y se halló un anillo con la inscripción “L. Corneli Celsi”, Lucio Cornelio Celso en genitivo -sentido de propiedad-, así que pudo servir para grabar sus mercancías.

Tras descender del Palacio se inicia la empinada calle Aldapa (cuesta en euskera), allí se encontraba la Casa de Maternidad e Inclusa de Navarra, fundada en 1804 para atender a las embarazadas solteras y a los huérfanos. Tras su derribo en 1940 se abrió la Calle Aldapa en el lugar donde estaba la puerta, que contaba con un torno en el que de forma anónima depositaban a los niños quienes no podían hacerse cargo de ellos, llamaban a la puerta, el torno se giraba y lo recogían desde dentro. No pocas lágrimas habrán regado esos adoquines…

En la Calle Mañueta existió una casa de baños y su denominación en euskera Bañueta derivó en Mañueta. Se trata de una calle con un acusado tipismo que tuvo un famoso frontón (no el actual), que funcionó de 1911 a 1954 y que por su pequeño tamaño originó curiosas apuestas y la picaresca de los jugadores, siendo el más famoso Ángel Jacue que jugaba partidos con una rodilla en el suelo o un banco atado a la espalda, y no le iba a la zaga Luis Zubielqui con un perro debajo del brazo.

En la Mañueta nació (placa en el número 7) Agustín Castellón Campos, conocido como Sabicas, uno de los grandes maestros de la guitarra española, a quien pasearon a hombros por el ruedo de La Maestranza sevillana tras un recital en 1934. En la guerra civil se exilió a Estados Unidos y realizó giras con Carmen Amaya. Paco de Lucía o Manolo Sanlúcar le reconocen como su maestro, ya que aportó a la guitarra flamenca recursos técnicos inéditos, con una velocidad y tonalidad inigualables: picar en los sextos, arpegiar en todas las cuerdas, o alzapúas con el dedo pulgar. Él mismo contaba que de pequeño le enviaban a la compra y se comía las habas con cáscara, así que su madre le decía: “Hijo mío, estás ná más que con las habas. Te voy a poner habas, y habas, habas, habicas».