LA PAMPLONA OCULTA

Hace justo un año me apunté a una visita guiada por Barcelona, organizada por una empresa ( http://www.hiddencitytours.com ) cuyos guías habían sido personas sin hogar. Su objetivo era lograr a través del empleo su inserción social, pero a la vez mostrar a los visitantes que Barcelona no es solo Gaudí sino también las bolsas de pobreza que nunca aparecen en los folletos turísticos.

Fue Ramón quien me acompañó por el barrio gótico además de por el Raval y la Barcelona marginal. Y mientras tanto me iba contando su vida, sin duda mucho más interesante que la de Ramón Berenguer o cualquier personaje histórico de la ciudad condal.

Me dije que algún día si tenía la oportunidad de mostrar Pamplona, contaría también lo que la historia y las piedras esconden: la desigualdad social. En efecto, conocer una ciudad no puede limitarse a hablar de siglos, piedras, chascarrillos, arte o personajes. Quizá el título parezca engañoso pero la Pamplona oculta no alude a misterios o enigmas, ni va a aparecer entre el teclado Iker Jiménez, más bien todo lo contrario, se trata de referirnos a realidades que están ahí fuera, pero son palpables para todo aquel que no quiera ignorarlas.

No cabe la neutralidad y no es posible acallar que esta Navarra próspera y casi idílica que nos han querido pintar durante tanto tiempo se aleja mucho de la realidad. No, la pobreza y la exclusión social lleva afectando a un número y un porcentaje significativo de la población desde hace años, antes incluso de la crisis económica. Así, los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida reflejan que el 16,5% de la población (unas 40.000 personas en Pamplona) vive situaciones de privación material y que un 17,7% vive en condiciones de bajos ingresos. Unas 15.000 personas en Pamplona viven situaciones de pobreza severa, y la situación de exclusión social es preocupante, más aún entre la población infantil como así confirma el “Diagnóstico social de infancia y adolescencia de la ciudad de Pamplona” elaborado por el grupo de investigación Alter de la Universidad Pública de Navarra. Datos semejantes a los extraídos de la Fundación Foessa y que se alinean con la desgraciada estadística detectada por Unicef para España.

A veces cuando explico historias del medievo, en especial de ejecuciones, descuartizamientos y escarmientos varios, escucho la expresión “pero qué bestias eran”. En efecto, pero eso mismo debiéramos seguir pensando ahora de la sociedad en la que vivimos.

P.S. Sirva también este post de agradecimiento y homenaje a todas las personas que ayudan y apoyan a otras personas.