Los carlistas cercaron la ciudad y a sus veinte mil habitantes desde septiembre de 1874 hasta febrero de 1875, provocando una brutal carestía de alimentos. Las tropas liberales consiguieron romper el cerco y entrar con ¡136 carros con vituallas!, pero al acabarse los víveres comieron cualquier cosa disponible, incluidos perros, burros y gatos, llegando las autoridades a racionar la comida mediante bonos.
Fue un duro invierno con grandes nevadas e intenso frío, se agotaron el aceite, el petróleo y el carbón, y para calentarse talaron los árboles de los parques y utilizaron la madera de los tendidos y barreras de la plaza de toros. Tampoco pemitieron los carlistas enterrar a los muertos en el cementerio -que se encontraba extramuros- y hubo de habilitarse uno provisional.
El peor momento se vivió el 14 de septiembre, los carlistas cortaron el suministro de agua de Subiza, pero Salvador Pinaqui, ingeniero francés que trabajaba en el Molino de Caparroso, solucionó el problema mediante un sistema de bombas que elevaba el agua desde el Arga. La Plaza de la República (actual Plaza del Castillo) vivió el 6 de noviembre una feliz fiesta con gigantes incluidos para celebrar la llegada del agua a las fuentes.
El 10 de enero de 1875 Alfonso XII fue coronado rey, dando por terminada la Primera República en toda España menos en Pamplona, que debido al bloqueo no confirmó la noticia hasta el día 20. Al día siguiente se cambió el nombre de Plaza de la República por Plaza de la Constitución. El día 2 de febrero la población jubilosa celebró el fin del bloqueo, el 27 se marchó el pretendiente don Carlos a Francia, y el mismo 28 llegó Alfonso XII a Pamplona, un día antes del término oficial de la guerra.
El monarca permaneció cinco días en la ciudad, prometió a Pamplona el título de “Invicta”, pero faltó a su palabra y en abril llegó al Ayuntamiento el reconocimiento como “Excelentísima”.