«Uno de los últimos reductos para la bohemia en Pamplona cumple un siglo. El Café Roch ha sobrevivido a modas y tendencias y se prepara para el segundo cambio de centuria de su historia, asomado al mismo rincón de la calle Comedias donde en 1898, un catalán de Tortosa, cornetín en la guerra carlista, decidió acompañar la tertulia de los pamploneses con ron y café.
Eran las dos únicas bebidas que ofertaba el local, que hoy conserva el mobiliario y las dimensiones del que inaugurase su propietario original. Eugenio Roch, que así se llamaba, adquirió experiencia en varios cafés de Pamplona hasta que se lanzó a la aventura empresarial. Antes se había casado con una mujer del caserío Ubiría de Lesaka, con la que tuvo siete hijos, con tres de los cuales emigró a México en las primeras décadas de este siglo. Los otros cuatro, Pablo, Pascuala, Cominica y Gabino, continuaron el negocio hasta 1984.
1790 fue el año en que el agua corriente llegó a Pamplona, hasta entonces apenas había fuentes y se tomaba agua del Arga y de los pozos. En el Códice de Roda (Carta De Laude Pampilone, hacia el 992) ya se dice “que había más pozos en Pamplona que días tiene el año”, la cifra no exagera ya que a finales del XVIII había más de quinientos, muchos comunales con tapa que el mayordomo del barrio cerraba por la noche y abría por la mañana, aunque la mayoría eran particulares. Precisamente hasta la segunda mitad del XX en el Café Roch utilizaban una bomba manual para subir el agua de su pozo hasta el mostrador en el que se lavaba la vajilla.